Como alimentas mis noches papita con kétchup.
¿Que te perturba dulce musa de lagunas saladas ?
Me has preguntado que mierda me pasa,
al descubrir los
silencios que nos separan.
Y es que, apenas anoche he aprendido lo que
significa llorar de celos, acabar con un escupitajo en el lóbulo de mi oído,
acabar en tu boca, acabar comiéndome el cabello hasta desnudarte en mi cien,
acabar, acabar, acabar mil veces contigo al acabar sin ti.
No ser epistola de tu mente,
cúspide de tu cuerpo,
no ser,
no ser,
no ser nada tuyo
y saberte
custodia de mi.
Me he limitado
a mantenerte en el borde de los cielos rosados, en los acordes de mi inspiración,
me has limitado a drogarme con pynk Floyd en aleatorio la madrugada entera.
Hasta romperme el tabique y presionarme el cráneo con
la imagen de tu frente pecosa. El día amanece y el agua que suena en la
guitarra de todo cíclico, no se ahoga si no me respiras.
Termine por ser el león metido en la jaula limándose las
uñas con tu carne, desconchándome en el cabello de David Gilmour, fumando en la
ventana, acabando de nuevo, acabando por masturbarme con las bragas rotas de ti
y un lugar roto en el mundo dónde solías sentarte y acariciar mi nuca al leerme
poemas.
Pensar que puedes lograrlo,
no coger el próximo tren.
Quiero confesarte que fui yo quien le abrió el agujero
al colchón la otra noche.
Usé el puñal afilado de tus orgasmos en otra cama. Guardé
dentro los versos que no te digo,
he sido yo,
no fue el perro
del vecino,
ni Charlie en un ataque de celos.
También me gasté el efectivo para ese viaje a la tumba
de Dylan Thomas en vodka y bombones.
Te dejé bombones encima de la cama, he comido algunos,
es que he visto Forest Gump para no sentirme la única idiota.
Y sobre el cuchillo que se perdió en la cocina,
te juro
te lo juro
yo no lo he
tomado,
pero puedes encontrarlo enterrado en el jardín.
Tienes razón, no corta bien la cebolla y tampoco mis venas
por màs que pensara en el ápice de tu lengua.
Encontré mis corazones amarillos, los diamantes, las
hadas de saliva, el hambre de tu mirada, todo devorándome en la funda de la
almohada.
Creo que te echaban de menos, porque temblaban en mis
manos cuando pronuncié tu nombre.
Yo no los he puesto allí,
Pero quizá
Quería que tú me encontraras.
Lo cogí todo, te he dejado los cuadros por terminar y
el almuerzo en el refrigerador.
Me he llevado el kétchup,
también hice papitas y ninguna me sabía a tu sal.
Escondí mis
huesos pelados, vuelta picadillo, las bailarinas en rubí y nácar y tus pies mutilados
en los pliegues de las sábanas.
He cortado mis rizos de oro, flotan en la basura junto
al trago que te enviaba “la rubia dorada”.
Casi lo olvido: Tus derechos de autor, firmados en la
mesa. Eres libre.
No me llames
amor,
bonita,
tu diamante de antaño,
no me pidas que te escriba
ni te eternice,
no me preguntes que mierda me pasa.
Y porfavor,
no te olvides de mi al follarte a otras.
Ahora,
sè còmo desgastas tus fuerzas,
come,
y descansa.
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