El frío enroscándose al calor de las sequías

Soy el agua que huye de tu sed, y corre desde el arroyo de ese manantial precioso que es tu pecho. Soy el agua que te muerde, te escupe y te pellizca la lengua, y ofendida corre con los vuelos de su falda congelados de glaciales y ríos desolados que ardían en la orilla de tu soledad en llamas. Soy el agua que huye de tu sed y se deteniene únicamente al escuchar tu voz seca pronunciar otro nombre. Sin ningunas gotas para vertir por tu garganta más que las lágrimas que ya no corren de los ojos míos, por que tú eres el llanto que huye de mi vacío, sin intención alguna de inundarme el pecho. Y mi llanto sin lágrimas es entonces la causa de tu sed insaciable.